Esta situación nos ha llevado a cuestionar la actividad empresarial en todos los sectores, incluido el de los seguros, tanto para proveedores como para consumidores.
En nuestro mercado, por una parte, se ha tendido a una estandarización del producto asegurador hasta convertirlo en una simple mercancía. Al consumidor le resulta muy difícil distinguir los productos que ofrecen las entidades. Todos parecen lo mismo, y el precio parece ser el único factor diferencial.
Por otra parte, constatamos una y otra vez que el usuario final no da importancia a los seguros. Es un servicio intangible cuyo valor no sabe apreciar. Piensa que es un producto impuesto del que prescindiría si pudiera. Es una opinión general que se puede resumir en esta frase: